Las conquistas de los estudiantes y el gobierno de la educación
A
lo largo del último mes los estudiantes tomaron más de sesenta escuelas
en contra de una reforma inconsulta que atenta contra la calidad de la
educación y a favor de un debate democrático que brinde la posibilidad
de construir entre todos la escuela secundaria que queremos. Del otro
lado, ministros y funcionarios con un prontuario repleto de
ataques a aquello que dicen defender, se atrincheran en la necedad
propia de quienes saben que tienen poco que perder. Se sabe: los
políticos que pregonan el amor a lo público, al mismo tiempo que lo
privatizan, no envían a sus hijos a las escuelas del Estado ni tampoco,
en muchos casos, estudiaron en ellas.
Sin
embargo, y aunque el ministerio se niegue a reconocerlo así, la lucha
de los estudiantes ha logrado conquistas importantísimas: logró posponer
en la mayoría de las escuelas la aplicación arbitraria, autoritaria e
inconsulta del plan para la Nueva Escuela Secundaria, con sus
perjudiciales consecuencias para casi la totalidad de las áreas de
educación media de la Ciudad de Buenos Aires. Los pibes lograron que la
discusión sobre títulos, orientaciones y planes de estudio exceda las
paredes de los ministerios de educación y se comience a discutir en las
aulas, en los medios y en las calles. Las prácticas tecnocráticas en lo
que se refiere a políticas educativas no son privativas de ningún
gobierno y la ilusión de diálogo y consenso que buscan proyectar
mediante sus declaraciones se quiebra ante las evidencias. Miles fuimos
los que marchamos uniendo los dos edificios simbólicos de este
conflicto.
Ante
la instalación del tema en la opinión pública, el propio Ministerio de
Educación de la Ciudad se vio obligado a pronunciarse sobre la “Nueva
Escuela Secundaria” en su página de internet y a comenzar a enviar a las
escuelas algunos borradores de posibles currículas, con los que los
docentes comenzamos a tener más claridad acerca de qué tipo de reforma
se busca implementar y empezamos a participar de manera más activa en
los debates y la lucha por defender los títulos técnicos, artísticos,
pedagógicos, etc.. La solidaridad y la acción unificada terminaron por
desenmascarar a los que, haciendo del diálogo una prédica permanente, en
la práctica sólo dialogan bajo la presión del poder judicial y la lucha
popular.
Las
tomas de los colegios también obligaron a Bullrich a convocar, en lo
queda del año y durante todo el 2013, jornadas de discusión en donde
docentes, padres y alumnos vamos a poder debatir sobre la reforma.
Dividido el cronograma por áreas (Artísticas, Medias, Técnicas y
Formación Docente), diferentes colegios comenzaron durante estas semanas
a tener las primeras jornadas. Es necesario, entonces, reflexionar
acerca del papel que asumiremos como comunidad educativa frente a los
debates que se avecinan.
Desde
Lista de Maestr@s y Profesor@s creemos que es necesario realizar
algunas modificaciones en la escuela pública y es por eso que debemos
aprovechar todas las instancias posibles: jornadas, asambleas y
reuniones para discutir colectivamente qué tipo de reforma necesitamos
en términos académicos pero también en términos organizativos e
institucionales. En síntesis, es una gran oportunidad para discutir qué
educación y qué escuela necesitamos como pueblo.
De Pizzurno a Paseo Colón
Para
comenzar con esa reflexión entendemos que debemos ser críticos de las
resoluciones 84/09 y 93/09 del CFE, presidido por el Ministro Sileoni,
que implican, por ejemplo, la eliminación de la orientación pedagógica
cuando, por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires, faltan docentes, o
que enumeran expresiones de deseo que nunca van a ser realidad mientras
la pobreza continúe condicionando las posibilidades de aprender de
millones de estudiantes. ¿Cómo emprender una reestructuración de todo un
sistema, que implicaría un cambio en el uso del tiempo de todas y todos
los integrantes de la comunidad educativa sin prever modos de
financiamiento o adecuaciones edilicias? La misma crítica debemos
ejercer los trabajadores de la educación cuando se plantea la
posibilidad de que las horas cátedra se conviertan en talleres o
seminarios optativos, materias cuatrimestrales, etc. La experiencia nos
indica que estas alternativas para que cada estudiante "elija su propia
trayectoria" terminan significando para los docentes la lisa y llana
precarización e inestabilidad laboral, pagos en negro, fuera de término,
etc. Estas cuestiones no son menores a la hora de discutir los planes
de estudio y son parte de las orientaciones pedagógicas e
institucionales de la Nueva Educación Secundaria (ver Anexo I de RCF
93/09).
En
el mismo sentido consideramos que se deben rechazar todas las formas de
trabajo encubierto que pudieran llegarse a implementar para los
estudiantes, por ejemplo a través de los "proyectos sociocomunitarios
solidarios" que serán de cursada obligatoria para los jóvenes: ¿en qué
tipo de instituciones se realizarían dichos proyectos y prácticas?
Debemos también oponernos y rechazar enérgicamente la aplicación
del decreto nacional 1374, que le garantiza mano de obra barata a los
empresarios excusándolos de pagarle lo que corresponde a los estudiantes
técnicos que hacen las prácticas profesionalizantes porque estos, según
la Ley de Educación Técnica Profesional, no estarían brindándoles
ganancias a las empresas. No es un dato menor que, aunque la información
circule poco, estas reformas fueron resistidas en Córdoba y Entre Ríos y
actualmente hay también marchas de protesta en Río Negro.
Llegando a Paseo Colón, las cosas se ponen peor. Allí se esconden los
que nunca quieren dar la cara, los que tienen el paradójico método de
mejorar la educación pública cerrando grados y cursos mientras se
aumenta el dinero que subsidia a los colegios privados, elimina los
organismos democráticos de clasificación docente, manda instructivos de
confección de listas negras de los estudiantes, y un largo etcétera que
todos conocemos.
Sin
embargo, ante el discurso que busca encubrir el deseo de quererlos
brutos y baratos es que los pibes se rebelaron defendiendo su derecho a
la educación técnica, artística y a las cientos de orientaciones que
hasta ahora se garantizan. No podemos permitir que el fantasma de la
validez nacional nos inmovilice. Las reformas se deben hacer para
mejorar los planes de estudio, no para empeorarlos. Mientras nos
chantajean con la pérdida de la validez que se encuadra en una
homologación (y reducción) de títulos, ¿por qué debemos resignarnos a
que las escuelas de la Capital pierdan las numerosas ofertas educativas y
titulaciones que existen hoy en día? ¿Qué criterios pedagógicos son los
que justifican que en un listado de diez orientaciones se excluya el
físico-matemático y el pedagógico y se incluya turismo? ¿Qué criterio de
igualación justifica perder una titulación específica en arte además
del bachiller? ¿Por qué un técnico debería perder posibilidades
laborales debido a la merma de horas de taller?
Por ello debemos exigir, como lo hacen los estudiantes, que además
de garantizarse la realización de las jornadas, éstas sean democráticas,
resolutivas y vinculantes. Es decir, que realmente las reformas sean
parte de un proceso de reflexión, elaboración y acuerdo del conjunto de
la comunidad educativa. El proceso abierto por la lucha de los
estudiantes sirvió también para empecemos a desnaturalizar la idea de
que lo que hacemos todos los días (aprender y enseñar) debe ser regulado
mediante leyes y resoluciones elaboradas sin nuestra participación. En
el fondo, los estudiantes pusieron en cuestión la institucionalidad
verticalista y antidemocrática que gobierna la educación en la
actualidad, que disocia la práctica de la teoría, que pone en manos de
un grupo de tecnócratas de turno la
solución de los problemas del sistema educativo sin considerar a quienes
somos sus verdaderos protagonistas. Por ello, entendemos que es tiempo
de discutir a fondo el problema del gobierno de la educación,
aprovechando los espacios de debate colectivo que se han generado para
comenzar a pensar e impulsar instancias colegiadas (con la participación
de estudiantes, docentes, intelectuales y padres) donde la información
se comparta, las posiciones se discutan, y las medidas que se tomen
cuenten con la legitimidad y la idoneidad que sólo pueden obtener las
decisiones verdaderamente democráticas. En lo que resta del año debemos
seguir exigiendo la derogación de los planes de estudio que se quieren
implementar en las escuelas técnicas en el 2013, la defensa de las
titulaciones y orientaciones que se quieren eliminar y al mismo tiempo,
aprovechar los espacios conquistados para ir construyendo formas
organizativas en las que podamos canalizar la necesidad de que las
decisiones sobre qué y cómo queremos enseñar y aprender se tomen, de una
vez por todas, democráticamente.
Si las jornadas, por el contrario, se convierten en espacios vacíos
donde no se decide nada, nada tampoco nos impide ponernos firmes y
evitar la destrucción de la educación pública por leyes que no deben ser
consideradas sagradas. No lo fue la Ley Federal de Educación y el tiempo le dio la razón a los que en su momento fueron acusados de cometer sacrilegios. No
lo es la Ley de Educación Nacional, que no ha modificado en lo
sustancial los problemas del sistema educativo: privatización,
fragmentación, financiamiento insuficiente y desigual. Y
no lo serán tampoco las resoluciones y leyes de esta reforma cada vez
que demuestren ir contra los intereses del pueblo y la educación laica,
gratuita y científica que se merece.
Lista de Maestr@s y Profesor@s
17 de Octubre de 2012