Salir a luchar
Palabras para
mis compañeros de escuela
Simple,
compañeros. Salir a luchar, sentir el calorcito del sol picante en la frente y
pisar la calle, y expulsar los gritos y las broncas contenidas. Flamear,
saltar, cansarse. El que lucha se cansa, y más. El que lucha ese día le dijo a
los abuelos que les cuide a los críos, o se trajo a los críos a upa para enseñarles
qué es eso de luchar. El que lucha, le dijo a los pibes, mañana no vengo,
mañana paro y voy a la movilización, y se lo explicó en un rato a los padres y
a las madres. Es simple, voy a parar por ustedes, por nosotros, por los pibes,
voy a parar y a luchar por la escuela pública. Después está en cada una cómo se
procesa eso que viviste aquel día. A mí me parece que la sensación más íntima
que tenemos es que hicimos algo, que no nos van a poder decir ¿y vos dónde
estabas cuando se venía el mundo abajo? Poder dar esa respuesta, esa palabrita,
acompañada de ese gesto orgulloso que va en los ojos y en la boca: “luchando”, “estaba
luchando”, no tiene comparación.
Por ahí
alguno te pregunta -y si vos venís con la guardia baja te hacen cavilar-: ¿y
para qué luchas, de qué sirve? Entonces, se me ocurre, si es pertinente la
respuesta, que bien podríamos preguntarnos para qué sirve la dignidad, la
libertad para qué sirve, para qué sirve realmente. Pero nadie se pregunta por
estas dos cosas. La lucha es cuestionable porque a veces se gana y a veces se
pierde. Pero sobre la libertad y la dignidad parece que nadie tiene dudas,
parece que son impolutas, que nadie las va a poner en cuestión. Si alguien
pregunta para qué sirve la lucha, yo pregunto para qué sirve todo lo que nos
hace más humanos.
Y será que
dudamos porque nos vemos medio Quijotes en esta arena; medio Quijotes, medio
ilógicos. Pero cuando salís a la calle y ves que son varios Quijotes los que
espolean a sus Rocinantes flacos, ya no andás cabalgando solo, sola. Están
también los que te dicen, dejá que yo voy por vos y te represento, quédate
piola. Los que te dicen que si vas te van a descontar, que para eso están los
delegados. ¡Cuánta confusión!, la tarea del delegado es precisamente la
contraria, la tarea del delegado es acompañar a los compañeros, motivarlos,
ayudarlos a recuperar esa confianza a prueba de descuentos, a promover fondos
de huelga, a pintar banderas que no se pueden llevar de a uno. El delegado que
toma tu lugar en la calle, más que un delegado es un burócrata, un temeroso
burócrata. El lugar en la marcha, en la movilización, en la lucha es
intransferible.
Por eso,
compañeras, compañeros, mañana recuperemos las calles, no esperemos que otros
tomen en nuestras manos lo que es nuestro por derecho, sintamos esa
satisfacción de luchar por uno, por una misma, con los otros y por los otros.
Digámosle una
vez más y todas las veces que sea necesario al gobierno que no confunda las escuelas con una de sus empresas.
Mañana
paremos y movilicemos. Simple.
No al Instituto de Evaluación
No a la Evaluación Externa.
5/12 Paramos con Ademys y Movilizamos a la Legislatura
Hernán
Boeykens (Escuela nº 12 D.E. 20º)