A 12 años de la masacre de Puente Pueyrredón, Maxi y Darío siguen presentes en nuestras luchas‏



Cualidades

Darío Santillán in memorian

Un horizonte entre ceja y ceja
como un juguete a cuerda.
Lugar en las costillas para sentir el dolor
de la humanidad entera.
Un espacio adicional para los nuevos brazos que te crecen.
Una hora más al día para organizar tu amor.
El extraño nombre de la vigilia.
El barro para ser caminado al ladito de los otros.
Un canto, la pancarta, una pintada.
El plural de la primera persona en el lugar del nombre.
Una columna vertebral anodizada por los sueños.
El potrero de la ideología y la academia del barrio.
Marx, Lenin, el Che como un jarabe para el mundo paciente.
La barba depende de ella, no es excluyente.
Un territorio de la tierra para probar que no es imposible nada.
Una baldosa del sueño para jugarse entero.
Un equilibrado rechazo del abismo.
Organizar hasta el compás de las orugas.
Fallar en el intento y levantarse
de un salto, de rodillas nunca.
Acariciar todos los días una estrella.
Apuntar y echar las piedras necesarias.
Odiar la paz que mata niños de hambre.
Odiar las guerras que matan pueblos enteros.
Hacerle la guerra al hambre y sobre todo al hambreador
cualquiera sea su nombre y su figura,
monte a caballo, en jeep o en mercedes benz.
La vida entregada si hay un compañero caído y merodean
los chacales al acecho.
Saber que uno está en el lugar correcto
si está donde van los overoles, los delantales,
las manos sucias, los pies descalzos, los de abajo.
Tener la realidad sometida al examen de la lupa
para tratar de sacarle un poco de verdades.
Aprender contra todos los aplazos
-aunque parezca una quiniela o una quimera-
que el futuro es nuestro.

Hernán Boeykens Larrain