Silenciosamente, sin comunicárselo
de manera oficial a los sindicatos ni anunciándolo en su página web, el
Ministerio de Educación porteño busca implementar en diversos colegios
secundarios públicos el “Programa del Diploma” que vende la organización
“Bachillerato Internacional” (BI) con un costo de miles de dólares. Desde
Ademys rechazamos la implementación de este programa debido a su carácter
privatista y antipedagógico y le exigimos al gobierno de la ciudad que utilice
el presupuesto educativo para solucionar los problemas de la escuela pública y
no para engrosar las arcas de organizaciones privadas. En los colegios donde el
BI se aplicaría, el Estado
resignaría parte de la organización del sistema educativo y pasa a ser una
fundación con sede central en Ginebra quien decide los currículos, las
evaluaciones, la manera de enseñar y aprender. En estos links, pueden encontrar
las tasas anuales (http://www.ibo.org/es/become/fees/) y las tasas por evaluaciones (http://www.ibo.org/es/become/fees/assessmentfees/) que cobra el BI. 10.400
dólares es la tasa anual del programa del Diploma y 104 dólares por cada
asignatura que rinden los estudiantes que
decidan optar por el programa.
Cabe recordar que fueron varias
las escuelas que no pudieron empezar las clases este año por problemas
edilicios, muchas las que necesitarían arreglos de infraestructura o compra de
material pedagógico (libros, proyectores, mapas, etc.). Ni que hablar de muchísimos
otros problemas educativos que no tienen solución por falta de presupuesto
(construcción de escuelas, mejora de las viandas, creación de cargos para
parejas pedagógicas en aulas superpobladas, etc.) ¿Cuál es el sentido,
entonces, de que parte del presupuesto vaya a parar a esta organización que
busca formar grupos minoritarios de estudiantes a su antojo y no a la solución
de los variados problemas que actualmente tiene la escuela pública?
La escuelas de la ciudad,
además de nuestra currícula actual (que la dupla BI-NES quieren degradar)
ofrece variados proyectos y la ciudad de Buenos Aires muchísimas alternativas
educativas gratuitas (cursos de idioma, talleres, museos, bibliotecas,
etc.) para que los estudiantes puedan profundizar su formación. Cuando se
reciben, pueden acceder a terciarios y universidades públicas gratuitas que
gozan de prestigio internacional (uno verdadero, no como el que el BI se arroga
para vender más). Para estudiar en el extranjero tampoco es necesario tener el
diploma que el BI le quiere vender al Estado por miles de dólares. No hay
ninguna puerta cerrada que el BI venga a abrir. Eso sí, el BI tiene bien
claro cuáles son las puertas a las que quiere acercar a los estudiantes: en su
página web (http://www.ibo.org/es/country/AR/index.cfm) te aclaran que “las universidades en que se
reconoce el programa del diploma” en Argentina son 19. De ellas, 18 son
privadas y la restante es una escuela superior del ejército…
El BI vende su programa prefabricado con los contenidos elaborados por
sus propios tecnócratas privados sin ningún control público. Los docentes
tendríamos que enseñar lo que el BI quiere que enseñemos focalizando nuestros
esfuerzos en que los estudiantes aprueben las evaluaciones (que tampoco
haríamos ni corregiríamos nosotros). Además, inevitablemente, tendríamos que
dedicarle más tiempo a los estudiantes que opten por el BI en desmedro de los
que no lo hicieron. No tiene sentido aplicar un programa internacional que no
tiene en cuenta la realidad particular de cada sociedad ni tampoco es positivo
enseñar con el fin de aprobar una evaluación estandarizada que se arma y se
corrige de acuerdo a los parámetros del BI.
En la página del BI se afirma que “el Bachillerato
Internacional tiene como meta formar jóvenes solidarios, informados y ávidos de
conocimiento, capaces de contribuir a crear un mundo mejor y más pacífico, en
el marco del entendimiento mutuo y el respeto intercultural.” (http://www.ibo.org/es/mission/) ¿Hace falta que venga una fundación privada que cobra miles de dólares
para formar a los estudiantes de los colegios públicos? Ellos supondrán que sí,
pero nosotros sostenemos que no. No hace falta que venga el BI con su valija de
programas educativos a precios “módicos” y con ofertas de supermercado (¡10% de descuento si comprás dos programas!, avisan cuando te muestran
las tasas) para que los docentes de la escuela pública enseñemos a los
estudiantes a ser solidarios, informados y ávidos del conocimiento, capaces de
contribuir a crear un mundo mejor. Por todo lo expuesto, rechazar el BI, es una
de las mejores enseñanzas que podemos dar en ese sentido.